Historia de Cindy:
Carlisle, Kentucky
Esposa y madre a la que le encanta viajar y asistir a los torneos de bolos de su hija.
Detalles del procedimiento:
Edad durante el tratamiento: 56
Médico: Dr. Hiram Rivas Pérez, Universidad de Louisville
Fecha del procedimiento: Enero de 2017
La vida después de las válvulas Zephyr®:
Las válvulas Zephyr cambiaron mi vida por completo. Si estoy segura de algo es de que fue mucho más sencillo que un trasplante de pulmón.
Ya han pasado casi 2 años y me siento muy bien. Otra vez puedo ocuparme de la casa y hasta voy al gimnasio. Llevo conmigo mi oxímetro y un inhalador por si los necesito, pero ya no me da miedo estar activa. Siento que puedo volver a cuidar de mí misma otra vez. Las válvulas Zephyr han logrado que vuelva a sentirme como una persona normal.
No solo yo me siento mejor, la mejoría también se refleja en mi familia. Mi marido ha vuelto a trabajar y los niños ya no se preocupan tanto. De agosto a marzo hemos podido viajar a todos los torneos de bolos de mi hija. Antes de tener las válvulas, tenía que llevar en la maleta la botella de oxígeno y tratar de autoconvencerme de que podía ir a un torneo. Siempre estaban abarrotados de gente y, en ocasiones, era muy difícil encontrar asiento. Ahora, ya no me preocupa lo más mínimo ir. Ni siquiera me llevo el oxígeno. Puedo quedarme de pie si es necesario e ir al cuarto de baño sin problema.
Sigo teniendo un enfisema y tomo mi medicación a diario, pero mi vida ha vuelto a cobrar sentido. Mis objetivos eran ser capaz de pasear con mi marido y llevar de compras a mis hijos, y ahora puedo hacer eso y mucho más.
He vuelto a viajar. Mi marido y yo fuimos a la Charlotte Motor Speedway de Carolina del Norte a ver una exposición de coches y de camino paramos a visitar Helen, en Georgia. Hacer aquel viaje fue realmente increíble porque, antes de tener las válvulas, el simple hecho de caminar de una habitación de mi casa a otra me suponía un esfuerzo enorme. Jamás pensé que podría volver a viajar, pero aquí me tenéis.
Comparto mi historia porque me gustaría transmitir esperanza a otras personas que padecen enfisema y darles a conocer este tratamiento.
La vida antes de las válvulas Zephyr®:
Antes del enfisema, tenía una vida muy activa y ajetreada. Trabajaba en contabilidad, estaba criando a dos hijos y me encantaba viajar con mi marido. Todos los años alquilábamos una casa flotante en el lago con un gran grupo de amigos.
Me diagnosticaron el enfisema y la EPOC con 46 años durante unas pruebas de una enfermedad autoinmunitaria. Durante muchos años tomé diversos medicamentos para ayudarme a controlar los síntomas, entre ellos, Spiriva™, Advair™, Humira™, prednisona, metotrexato y un nebulizador. En 2012 logré por fin dejar de fumar, pero la enfermedad ya había comenzado a afectar a mi vida considerablemente. Estuve ingresada en el hospital todos los años de 2008 a 2014. Ya me habían declarado discapacitada. En 2014, me ingresaron tres veces y, durante uno de aquellos episodios, comencé a ponerme azul y le di un susto de muerte a mi pobre esposo. No me intubaron, pero me pusieron un respirador de bipresión positiva (BPAP) Trilogy. Fueron tiempos espantosos para mí y para mi familia.
Con el paso de los años, se fueron complicando las tareas más básicas. Tenía que utilizar oxígeno durante el día para poder ir a cualquier sitio o hacer cualquier tarea doméstica básica. Hasta ducharme me resultaba difícil. Perdí mucho peso porque estaba muy deprimida y no tenía apetito. Sentía ansiedad permanentemente. Es muy duro vivir sin poder respirar y también lo era para mi familia. Los niños tenían que verme luchar y entrar y salir del hospital. Mi marido tenía una empresa de sistemas de calefacción, pero tuvo que cerrarla y quedarse en casa para cuidarme. Una de las peores partes de la enfermedad fue cómo afectó a mi labor como madre. Era muy doloroso perderme las actividades de los niños y tantos momentos especiales con ellos. Cuando mi hija quiso probar a maquillarse y hacer todas esas cosas divertidas entre madre e hija, casi siempre tuvo que ser mi esposo quien las hiciera con ella.
En 2015, mi neumólogo me sugirió que me inscribiese en una lista de trasplante de pulmón. Tengo un amigo a quien le habían hecho un trasplante de pulmón bilateral y la recuperación fue un proceso extenuante. Encima, aún teniendo que pasar por todo eso, apenas te dan una esperanza de vida de cinco años. Cuando me hablaron acerca del tratamiento con válvulas de Louisville, aunque aún se encontrase en la fase experimental, quise ir a hablar con ellos. Mi marido investigó a fondo sobre el tema y el equipo del ensayo hizo un gran trabajo explicándome cómo funcionaría, así que decidí intentarlo.